
Y te digo: no es extraño que me mires tan extraño. Cada vez más diferente, te escondes entre la gente y le pedís a Dios un golpe de suerte. Te olvidaste de tus adicciones y pensas vivir con condiciones. No me obligues a pedirte que te alejes de mí si me ahogas con tanto amor de repente. Me notas rara y no es que ya no te quiera, pero cada amor tiene un tiempo y este solo duro un instante. Ese tonto, estúpido y absurdo momento en el que pensé que podías a llegar a cambiar por mí. No me escuches si te grito, dame aire, dame tiempos, y aunque te muerda la muñeca; nunca me sueltes la mano.