2.7.08

Paren todos los relojes, corten el teléfono. Eviten que el perro ladre dándole un hueso jugoso. Silencien los pianos, y con un sonido suave. Traigan el ataúd, dejen venir a los deudos. Permitan a los aviones dar círculos en lo alto escribiendo en el cielo el mensaje: Él está muerto. Coloquen crepones alrededor de los cuellos blancos de los servidores públicos, permitan usar guantes negros de algodón a los policías. Él era mi norte, mi sur, mi este, mi oeste. Mi semana de trabajo y mi domingo de descanso. Mi mediodía mi medianoche, mi conversación, mi canción. Pensé que el amor duraría para siempre: me equivoqué. Ahora no se necesitan las estrellas, sáquenlas todas. Llévense a la luna, desmantelen en el sol. Vacíen el océano y limpien el fondo. Nada ahora va a ser como antes.-