Proyectamos en una persona todo el sentimiento que somos capáz de sentir. Hacemos de cada instante un momento irrepetible, convertimos a la persona amada en alguien que no existe más que en nuestro cerebro. Somos nosotros mismos los que hacemos de la otra persona ela mor de nuestra vida. Convertimos en dioses a personas corrientes y con es
to creamos auténticos monstruos de amor y pasión que sólo existen porque nosotros así lo hemos decidido. El amor no está en el otro, si no en uno mismo... uno de tantos... quizás cada palabra que convertiste en un tesoro, para la otra persona sólo fuera un conjunto de letras dichas por decir. Quizás nuestro amado no es lo que soñamos que sea, sólo proyectamos en él lo que necesitábamos obtener. Quizás sea mi amor lo que hizo único, diferente e insustituible. No existen los amores irremediables, ni las personas únicas. No necesitamos a nadie para poder seguir viviendo. Todo es fruto de nuestra imaginación, y del mismo modo que un día abrímos el corazón para dejar salir todo lo que llevábamos dentro, también podemos volver a recoger todo nuestro cariño y cerrar de nuevo... Somos los dueños. Nosotros decidimos. Creamos y destruímos, sólo hace falta ser conciente de que tenemos el poder... Y que sólo nosotros tenemos la llave.
